DUELO POR EL CUERPO INFANTIL
Acompañar y comprender a un adolescente es difícil,
pero es más difícil serlo.
Françoise Dolto, psicoanalista francesa, describe esta etapa como una fase de mutación, mientras que Arminda Aberastury contempla el concepto duelo en su definición de la adolescencia.
Arminda Aberastury fue una psicoanalista argentina que tradujo al español las obras de Melanie Klein, uno de sus principales referentes, e hizo un aporte más que interesante al decir que el adolescente tuvo que superar diferentes duelos para convertirse en adulto:
DUELO POR EL CUERPO DEL NIÑO
Entendemos el duelo como “el conjunto de procesos psicológicos que se producen ante la pérdida de un objeto amado y que conducen a la renuncia a él”.
La adolescencia implica pérdidas: el cuerpo cambia, los adultos empiezan a ser menos comprensivos con los errores y crece el número de responsabilidades.
El adolescente vive este momento con la pérdida de su cuerpo infantil con una mente aún en la infancia y con un cuerpo que se va haciendo adulto. Esta contradicción produce un verdadero fenómeno de despersonalización que domina el pensamiento adolescente y se relaciona con la evolución del pensamiento mismo.
Niega su cuerpo infantil perdido, sustituye por símbolos intelectualizados de omnipotencia, reformas sociales, políticas y de religiosidad, donde se siente totalmente incómodo e impotente, con el mundo concreto que lo rodea y del cual depende elabora esta pérdida y va aceptando su nueva personalidad.
Muchos adolescentes experimentan cambios corporales más rápido de lo que les gustaría, lo que conduce, entre otras cosas, a un desarrollo genital completo.
El cuerpo del niño se ha perdido, lo que puede tener un impacto psicológico muy arraigado. Se vive como un proceso complejo y contradictorio, ya que la mente aún infantil debe aprender a convivir con un cuerpo que no es armónico e inconsistente con el nivel de madurez psicológica presente.
Se hace necesario abandonar el cuerpo irrecuperable del niño, mientras ya no es un infante y vuelve a apropiarse de él.
Este proceso de despersonalización fluctuante en el adolescente normal puede, por exageración en su intensidad o por fijación evolutiva, adquirir las características observadas en la psicopatía. La simbolización falla, el símbolo y lo simbolizado se confunden y las ideas tratan de desarrollarse en el "plano orgánico", que es lo que conduce a la acción de cortocircuito. Aquí la confusión puede ser extrema y el adolescente niega su realidad biopsíquica al comenzar a representar roles fantaseados que siente que son verdaderos.
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