DUELO POR LOS PADRES DE LA INFANCIA

 La impotencia frente a los cambios corporales, las penurias de la identidad, el rol infantil en pugna con la nueva identidad y sus expectativas sociales hacen que se recurra a un proceso de negación de los mismos cambios.

El pensamiento se expresa aquí en forma de contradicciones: es la necesidad inmediata del automóvil familiar (dependencia), para mostrarse como adulto y dueño de la potencia familiar (seudoindependencia). La demanda desconsiderada y a veces inoportuna de dinero (dependencia) para manejarse como un individuo adulto y potente frente a los demás (seudoindependencia).

 Esta misma contradicción produce perplejidad en el manejo de las relaciones objetales parentales internalizadas y rompe la comunicación con los padres reales externos, ahora totalmente desubicados en el contexto de su personalidad. Figuras idealizadas deben sustituidos, y entonces el adolescente se refugia en un mundo autista de meditación, análisis, elaboración de duelo, que le permite proyectar en maestros, ídolos deportivos, artistas, amigos íntimos y su diario, la imagen paterna idealizada. Esta soledad periódica del adolescente es activamente buscada por él, ya que le facilita su conexión con los cambios internos en este proceso de pérdida y sustitución de los mismos, que va a terminar enriqueciendo el yo.

La negativa del automóvil, por ejemplo, obliga al robo del mismo (robo del pecho omnipotente y frustrador). La falta de dinero puede llevar al acto delictivo o criminoso que facilite su obtención. Hay percepción-acción, sin pensamiento. En vez de buscar la soledad que le permita la elaboración de la pérdida de los padres infantiles, la evita constantemente, tratando de diluir su personalidad a través de identificaciones proyectivas masivas con grupos de delincuentes o semi delincuentes, a los que hace actuar sus ansiedades. El psicópata percibe el mundo externo como amenazador y frustrante, y en su respuesta apresurada y angustiosa frente a esta amenaza utiliza su caudal intelectual para prescindir de la confrontación crítica, y emplea tan sólo una racionalización más o menos coherente para explicar su conducta desaprensiva y cruel, carente aparentemente de culpa, y la no necesidad de justificación, ya que está permanentemente en la actitud de recibir el suministro continuo que el adolescente normal sólo desea momentánea y periódicamente. El duelo por el cuerpo infantil perdido, por la identidad y el rol infantil, y por los padres infantiles, lleva consigo una dificultad en la discriminación de la ubicación temporal del sujeto y de la identificación sexual del mismo.

Ahora que el adolescente ha perdido aquellas figuras que durante muchos años lo acompañaron interiormente y que tenia idealizados, deberá encontrar nuevas figuras a las cuales idealizar y reconocer. Es aquí donde surgen figuras de los medios de comunicación, artistas, deportistas destacados, en el círculo más cercano amigos y mentores, los cuales llegaran a ocupar el espacio de la idealización vacante, por el momento, en el sujeto.

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