DUELO POR LA IDENTIDAD Y POR EL ROL INFANTIL

Durante la adolescencia  se produce una confusión de roles  , pues ya no es posible mantener la dependencia infantil pero al mismo tiempo no se puede asumir la independencia adulta, el adolescente sufre un fracaso de personificación  y es así como delega al  gran grupo. Aparece la típica irresponsabilidad adolescente, ya no tiene nada que ver con nada y son los otros los que se adueñan del principio de realidad. Otra característica típica es la falta de carácter de  constante desprecio por los seres y cosas del mundo real,  lo que explica la inestabilidad emocional del adolescente, sus crisis pasionales  y sus arranques de absoluta indiferencia.

En este proceso,  el sujeto disocia afecto y pensamiento, utilizando el conocimiento que tiene de las necesidades del otro para hacerlo actuar según su conveniencia, esto lo llevará a una “mala fe consciente, que lo lleva a expresiones de pensamiento cruel, desafectivo”. ridiculizar a los demás  , como mecanismos de defensa frente a la culpa y el duelo por la infancia perdida. Esta reacción psíquica adolescente no es más que una forma de defenderse de la angustia provocada por la pérdida de aspectos infantiles y en el proceso adolescente "normal" será procesada y reorientada por sí misma hacia una integración y coherencia de pensamiento y sentimiento frente a él con los demás y conmigo mismo.

Sin embargo, esta dinámica de “usar” a las personas tiene un sentido de doble vía, ya que si bien el adolescente busca descargar sus responsabilidades en otros, para formar parte de determinados grupos debe asumir tareas y funciones que, aunque no sean a su gusto en ocasiones, tendrá que cumplir para seguir perteneciendo a este grupo social.

Con el tiempo y paralelamente a la formación de la identidad, el adolescente se dará cuenta del verdadero valor de sus relaciones (de las funciones de apoyo, contención y satisfacción que cumplen) y comenzará, desde sus fantasías inconscientes y deseos expresables a relacionarse con los demás, ocupando su nuevo rol social y pudiendo realizar un duelo propio de su identidad infantil  para asumir lo que representa  una nueva identidad en aras de la edad adulta . Este proceso es largo y costoso y el apoyo de los padres es fundamental, ya que si bien  el duelo por el cuerpo, el rol y la identidad de la infancia son procesos de ardua construcción psíquica para el sujeto, comprender la pérdida de los padres de la infancia será el complemento de estos procesos.


La exageración o fijación de este proceso por la no elaboración del duelo por la identidad y por el rol del niño explica las conductas psicopáticas de desafección y crueldad con el objeto e induce a la acción y la falta de responsabilidad.. El psicópata maneja a las personas como objetos, con desconsideración y sin culpa, en forma permanente e intensa, donde la culpa puede elaborarse, permite el maltrato definitivo de los objetos reales y fantaseados, creando en última instancia un empobrecimiento del yo, que trata de mantenerse irrealmente en una situación infantil de irresponsabilidad, pero con aparente independencia, a diferencia del adolescente normal, que tiene conflictos de dependencia pero que puede reconocer la frustración. La imposibilidad de reconocer y aceptar la frustración obliga a bloquear la culpa e inducir al grupo a la actuación sadomasoquista, no participando de la misma. Puede hacerlo porque disocia pensamiento de afecto y utiliza el conocimiento de las necesidades de los demás para provocar su actuación, satisfaciendo así, indiferentemente su apariencia, sus propias ansiedades psicóticas.

 Es así como el conflicto de identidad en el adolescente normal adquiere en el psicópata el modo de mala fe consciente, que lo conduce a expresiones de pensamiento cruel, desamortizante, ridiculizando a los demás, como mecanismos de defensa contra la culpa y el duelo por la infancia perdida, que no puede ser recuperada. elaborado.


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